La tercera parte de la población mundial no puede acceder
libremente a internet. La restricción que antes se llevaba a cabo a libros
prohibidos o revistas internacionales, hoy queda obsoleta, y regímenes como el
Chino tiemblan ante la llegada del gigante tecnológico, Google.
Estos gobiernos han optado por proteger la seguridad nacional
frente a la libertad de circulación de información por considerar a esta como
una amenaza. Bien es conocido, el papel que jugó internet en la Primavera
Árabe. Así Backer sentenció “Es la fuerza de la tecnología quien acabará con
regímenes represivos”.
Pero no todo lo que rodea a Google son ideales democráticos.
No debemos olvidar, que esa herramienta tan útil e inofensiva, a primera vista,
es una de las empresas más poderosas en todo el mundo, que sabe mucho de
nosotros, ¿y nosotros sobre ella?
La clave de éxito de Google se basa en la innovación y en el
conocimiento perfecto de sus usuarios. Además, la compañía reconoce que una
publicidad masiva e irrelevante es lo que más aburre. Por ese
motivo la página inicial es blanca. La elección no se basa en la estética, sino que evita que tarde en cargarse y los usuarios en consecuencia no la abandonen.
La mayoría de las personas desconocen cuál es la política de
Google y no saben que detrás de esta se esconde numerosas prácticas de
marketing o rastreo. El negocio se basa en la venta de información respecto de
los usuarios a otras empresas, una práctica cada vez más cuestionada. La UE ha
emprendido un estudio sobre la nueva política de privacidad de Google reformada
en marzo de 2012 para saber si esta es conforme al derecho de privacidad y olvido.
Aun así, debemos de tener presente que “Dios perdona y olvida, pero la web
nunca”.
Teresa Floristán Puertas